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Birdman o la inesperado virtud de la ignorancia

AÑO 2014 (España)

DIRECTOR: Alejandro González Inarritu 

GUIÓN: Alejandro González Iñárritu, Nicolás Giacobone, Alexander Dinelaris, Armando Bo

REPARTO: Michael Keaton, Emma Stone, Edward Norton, Zach Galifianakis, Naomi Watts, Amy Ryan...

Música: Antonio Sánchez

Fotografía: Emmanuel Lubezki


Sinopsis: Después de hacerse famoso interpretando a un célebre superhéroe, un actor trata de darle un nuevo rumbo a su vida, recuperando a su familia, preparándose para el estreno de una obra teatral en Broadway mientras despliega todas sus ilusiones, miedos, y fantasmas.

Reseña y comentario de ROSARIO CASTAÑO CATALÁ

Las nominaciones y criticas de esta película son realmente abrumadoras, desde la 9 nominaciones a los Oscar incluyendo mejor película y director, a los 2 Globos de Oro al mejor guión y mejor actor de comedia (Keaton), hasta llegar a los premios de sindicatos de Productores y de Actores, hay toda una larga lista de premios que parecen bien merecidos.

Es cierto que Inárritu sorprende una vez más, después de obras como Amores perros (2000), 21 gramos (2003), Babel (2006), o la fascinante Biutiful (2010) con Javier Bardem, y lo hace con una magnífica puesta en escena, con efectos especiales, fotografía y actuaciones maravillosas. Es de esas películas que te atrapan en un ambiente de tensión agotadora con unos personajes muy actuales y creíbles, aunque el director se extienda mucho describiendo detalles. Se nota que le apasiona el mundo del teatro, pues todo el film transcurre entre escenario y bambalinas, en un contexto que parece muy rico para explorar las pasiones, la vanidad, la rivalidad, la confianza, los anhelos y las decepciones, en definitiva para enfrentarse de lleno con la frágil naturaleza del ser humano.

El protagonista -un Keaton desbordante- que representa a un actor entrado  en años, quiere dar un vuelco a su vida, e intenta reparar lo que ha hecho mal en su vida profesional y en su vida personal, presentándonos personajes tan familiares como una expareja, una hija, un joven que puede ser su alter ego y eterno rival, una amante…, que nos hacen preguntarnos si, en realidad, no llevaremos todos un birdman dentro con el que tendremos que luchar en momentos clave de nuestra vida.

Birdman se sumerge en el mundo  del narcisismo, tan necesario en la construcción de la identidad, y a la vez tan peligroso cuando domina todos nuestros deseos y pensamientos, llegando a convertirse en algo muy amenazante por su capacidad de autodestrucción.

El narcisismo entendido como fuente de vitalidad, sentido y creatividad,  que se pone en juego en momentos clave de la vida, y nos ayuda a determinar el lugar que ocupamos en nuestro entorno, y que también puede inclinarnos hacia la normalidad o la patología, esa raya roja difícil de delimitar, tan cercana al sufrimiento y al dolor mental, cuando hay una incapacidad de confirmar la propia imagen, como si uno se viese reflejado en un espejo roto que sólo devuelve esa imagen distorsionada, disparándose la angustia y la desesperación.

Debajo del narcisismo encontramos la vergüenza, un sentimiento necesario para vivir, que no aparece de golpe y se instala como consecuencia de un acontecimiento concreto, sino que se va instalando poco a poco desde la infancia en la estructura de personalidad, transformándose según las diferentes etapas vitales, como la adolescencia, y las experiencias significativas. Sin embargo, en esta película, el actor principal no siente vergüenza sino un sentimiento más inhibidor e invalidante, el de avergonzarse, el de no tolerar aquello que fue, e incluso aquello que quiere llegar a ser, cualquier excusa es buena para volver la vista atrás y revivir con nostalgia lo que un día le confirmó una imagen de grandiosidad y éxito, una imagen distorsionada de si mismo, encerrada bajo la mascara de un imponente pájaro que vuela alto, y que nos habla de un narcisismo patológico, por lo tanto muy frágil, y que le ha dominado hasta el momento.

Como espectadores asistimos a una puesta en escena muy cotidiana, aunque con la estética y el dramatismo del teatro, y con un ritmo vertiginoso que se mueve entre la comedia y la tragedia sin saber muy bien a qué carta quedarnos. Y tal vez, precisamente, sean esos toques de humor lo que nos dan un respiro y nos permiten seguir con esta historia de angustias difíciles de manejar, que algunos críticos han clasificado de  “historia de locos”.

Yo no sé si será de locos, pero si sé que es una historia muy profunda que transmite la capacidad increíble de este director mejicano para explorar la mente en una de sus dimensiones más centrales y humanas, la del deseo, que en este caso, es un deseo dominado por un narcisismo frágil que lo convierte en un deseo atormentado, sometido y destructivo,  todo lo contario al deseo de vida que se aleja de idealizaciones, más cercano a una realidad humilde que siempre será la fuente de la creatividad. Como titula Javier Marías[1] su último magnifico libro “así empieza lo malo”, los psicólogos clínicos debemos seguir investigando donde empieza lo malo, cuales son las causas de tanto sufrimiento y dolor psíquico.


[1] Marías, J (2014). Así empieza lo malo. Ed. Alfaguara. 

 

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